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Phinbella - Te Esperare 5

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Ali-angelita19's avatar
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Literature Text

Capítulo V
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Consuelo
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Favor de abrir esta página: www.youtube.com/watch?v=axUu8o…
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Isabella
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—¡Pinky! ¿Qué haces ahí? No debes de tirar la basura. ¡Niña mala! —la hice a un lado y comencé a recoger la basura con aburrimiento.
Debía de admitir que estar sola por las tardes no era algo nuevo; mamá siempre trabajaba y regresaba por las tardes, lo que, por lo menos para mí, no era nuevo aquello de estar sola en las tardes. Aunque, debía de admitir que la nueva compañía de Pinky era más favorecedora de lo que uno se podría imaginar.
—Ven aquí, pequeña; supongo que tienes hambre. —la tome en brazos y después la lleve al jardín trasero. Abrí la puerta y la solté en el húmedo pasto.
Una oleada de calor se apodero de mí, provocando que me quitara el suéter y lo dejara aventado en el pasto. «Que calor» pensé en cuanto me senté enfrente de la puerta.
Hacía un calor tremendo y, me di cuenta de que aún no alimentaba a Pinky, por lo que, con mucha flojera, me levante y fui por su plato de comida y un pequeño tazón de agua.
—Aquí tienes, pequeña. —susurre después de servirle su respectivo alimento.
—¿Cuánto me quieres? —escuche la voz de una chica a lo lejos.
—¿Pero qué pregunta es esa? Tú sabes muy bien cuanto de quiero. —se escuchó la voz conocida de un chico.
—Ya lo sé pero, quiero escucharlo decir de tus propios labios. —respondió la chica.
—De acuerdo, veamos… Humm… ¡De aquí hasta Japón! —exclamó el chico.
—¿Ahh? ¡Tan poquito! —refunfuño la chica
«Que chica tan más ególatra, si mi novio me dijera eso, yo me conformaría» pensé con el ceño fruncido.
—Está bien, está bien —suspiró—. De aquí al infinito y más allá.
—¡Eso está mucho mejor! ¡Yo también te quiero de aquí al infinito y más allá! —gritó la chica.
—Que graciosita eres, Ariana.
«Un momento, ¿dijo Ariana? No puede estar pasando, no puede» pensé muy asustada. Si la chica era Ariana, significaba que el que venía con ella era su novio; por lo tanto, su novio era…
—Me ha encantado ésta cita, Phineas. —teorías aclaradas.
Me asome por las rendijas de madera y, comprobé que, efectivamente; los chicos que había estado escuchando eran Phineas y Ariana. Hice una mueca de degustación.
—A mí igual. —sonrió Phineas—. Lamento lo que pasó en filosofía.
—No te preocupes, creo que no debí de haberle gritado al maestro —dio una carcajada—. ¿Quieres volver a tener otra cita?
—¿El viernes a las seis de la tarde? Paso por ti.
—Hecho. Ya me voy.
—¿Segura que no quieres que te vaya a dejar a tu casa?
—Sí; es más divertido cambiar los roles.
De tanto mirar por la rendija, me caí del otro lado en la calle; justo detrás de ellos.
—¡Carajo! —solté en una exclamación sin siquiera pensarlo; la rodilla me estaba sangrando mucho.
Voltee al frente para ver si Phineas y Ariana ya se habían dado cuenta de mi presencia pero, caí en el clavo en cuanto los mire. Entendí por que había tanto silencio desde hace un rato y también el por qué no se habían dado cuenta de mi presencia. Forme una cara de horror en cuanto no pude resistirme; se estaban besando.
No era como si Phineas me estuviera traicionando; después de todo, Ariana era su novia, no yo
Recordé la ves en que vi a Santiago besar a una chica.
Jamás había notado hasta ese momento que él y yo ya no éramos unos niños; ambos habíamos crecido y madurado.
Me sentí mal porque eso significaba que había perdido a mi amigo.
Imaginé que Phineas era Santiago y que Ariana era la chica a la que le besaba.
Note una lagrima resbalar por mi mejilla y me sentí idiota por ello; no tenía sentido llorar en aquellos momentos.
Se separaron y yo agradecí a Dios por ello; era un verdadero infierno.
—Me tengo que ir ya…— susurró Ariana mientras le soltaba del cuello.
Más lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas hasta mis labios. Sentía un hueco en el fondo y no sabía cómo repararlo. No sabía que hacer; si quedarme a ver y torturarme más o, quizá, abandonar el lugar. «Abandonar el lugar, definitivamente, abandonar el lugar»
—Duele. —susurre bajo para que no se percataran de mi presencia.
Dolía, no la rodilla, más bien, el corazón.
Es que tenía  que dejar de imaginarme que ese era Santiago.
—Sí… —murmuró Phineas.
Me sujete con fuerza el vientre. Era su forma de besarla; era justo eso lo que me daba nauseas. No la besaba con cariño, se la devoraba completa.
Las lágrimas eran cada vez más y yo ya no podía con ellas; sentía los ojos rojos e hinchados.
Me mantuve estática y no comprendí por qué no me iba ya de ese maldito lugar.
Y escuche a Ariana decir:
—¡Adiós Phineas; nos vemos mañana en la escuela.
Y despareció en la vuelta.
—Ahh…. Qué día… —susurró para sí mismo.
Dio media vuelta y me sentí idiota por no haberme ido antes de aquel lugar. Me recorrió con la mirada llena de sorpresa de pies a cabeza. Mis lágrimas aún no cesaban y no encontraba una maldita excusa para salir de aquel embrollo en el que me había metido.
—Isabella. —susurró y yo di un respingo.
—Phineas. —no sabía que decir.
—¿Sucedió algo? ¿Por qué estás llorando? —su mirada mostraba angustia y preocupación.
—No… Veras… Yo solo… —«Mierda, ¿qué hago?» Era el peor día de mi vida y no sabía qué hacer para remediarlo. Sentí un ardor justo en la rodilla y me sentí salvada —…Yo solo me lastime. ¡Si, exacto, solo me lastime la rodilla! ¿Vez? —señale la herida y él la miro confundido.
—¿Qué te paso? —su tono de voz seguía preocupado.
—M-me… Yo me… Me caí de… De… ¡De las escalera; solo me caí de las escaleras! —exclame y le sonreí—. Es que le iba a dar de comer a Pinky y…
—¿Pinky? ¿Quién es Pinky? —me interrumpió.
—Mi perrita, claro está. Como te decía: solo le iba a dar de comer a Pinky cuando baje corriendo de las escaleras y tropecé. Fue un golpe feo pero estoy bien, ¿vez?
—¿Qué haces aquí?
—Yo solo venía a… A la farmacia a comprar curitas; tengo algodón y alcohol, pero no tengo curitas —le sonreí tímidamente y él se acercó a mi peligrosamente. Retrocedí un paso pero me dolió la rodilla —. ¿Qué haces? —pregunte asustada.
—Calma; no te hare nada malo. Solo quiero ver la herida —me detuve en seco y el acerco la mirada a mi rodilla—. ¡Madre mía! ¡Estás sangrando exageradamente! —exclamo sorprendido.
—¿Qué yo que? —voltee abajo a ver la herida pero fue demasiado tarde; Phineas me cargó en brazos —. ¿Qué diablos estás haciendo? —lo mire a los ojos con el ceño fruncido.
—Te llevo a tu casa; hay que detener la hemorragia.
¿Hemorragia? ¿Qué mierda dijo?
—Yo no ciento nada… —susurre bajo.
Phineas camino directo a la puerta de mi casa, mientras que yo solo lo miraba. Sus ojos azules estaban concentrados en el camino, mientras que sus cejas, en particular, se fruncían dolorosamente; como si por ello él moriría; parecía enfurecido.
—Ya está abierto. —dije en cuanto él se detuvo en seco frente a mí puerta.
—Sí, claro. —parecía entretenido con algo importante. Casi no parpadeaba y me asuste.
Abrió la puerta y después me susurró con la voz ronca:
—¿Dónde está tu habitación? —seguía sin bajarme de sus brazos y sin mirarme a los ojos; con la vista clavada en una foto junto a la televisión de cuando fue navidad y yo tenía ocho años.
—Arriba; del lado derecho. —susurre con la vista perdida en la foto.

Fue justo en esa navidad que Santiago me declaro tantas cosas.
“—Isabella. —susurró.
“—¿Q-Que su-sucede? —di un respingo y aspire con fuerza por la nariz.
“—Prométeme que no volverás a llorar; me pone triste que lo hagas —bajó la mirada y vi que las lágrimas salían de sus hermosos ojos esmeraldas—. Me duele verte así, Isabella. Me duele.
“—No; no llores por mí. Santiago, por favor no lo hagas. —lo tome de las manos y él levanto la mirada. Sus ojos verdes se clavaron en los míos y me penetraron.
“—Entonces, por favor, prométeme que no volverás a llorar —suspiró y al mismo tiempo dio un respingo—. Porque yo estaré contigo siempre. Cuidare de ti y jamás dejare que te suceda nada. No dejare que tus ojos azules se pongan cristalinos y no permitiré jamás que tu sonrisa desaparezca.
“—No volveré a llorar. —susurre con la voz ahogada.
“—Es una promesa por parte de los dos. —y me sonrió.

—¿Es aquí? —pregunto Phineas delante de la puerta de mi cuarto, sacándome de mis recuerdos.
—¿No es obvio? —señale con las cejas. En la parte de arriba de la puerta decía con letras grandes “ISABELLA”.
Phineas se encogió de hombros y abrió la puerta. Su mirada decía mucho y reí bajo. Volteó a verme por primera vez y yo me sonroje. Esquive su mirada y comente en voz baja:
—¿No es lo que esperabas?
—No; esperaba algo más… Rosa —cerró la puerta detrás de sí, avanzo y me deposito con cuidado en la cama. Yo di una carcajada y él me volvió a mirar a los ojos, con el ceño fruncido—. ¿Ahora qué es lo que te causa risa?
—Tú. —lo desafié con la mirada.
—¿Yo? —enarco una ceja y después hizo una breve sonrisa. Se acercó peligrosamente a mí y me encogí en mí lugar—. ¿Yo te causo risa?
—Sí. —susurre y él se acercó más a mí.
Se subió a la cama y yo recosté la cabeza en la almohada, con la mirada perdida en los ojos de él. Deposito las manos junto a mis costados y acerco su rostro al mío.
—¿Aún te causo risa? —su rostro estaba a escasos centímetros del mío y sentí su aliento acariciar mi cara.
—Sí. —no pretendía tartamudear en esos momentos. Oh no, claro que no.
—Eso pensé.
Sus labios acariciaron los míos y sentí la cara caliente por él deseo; yo lo deseaba. Su boca la deposito en la mía y la apretó con fuerza, entonces yo recordé que él se estaba besando anteriormente con Ariana. Me dio asco y aparte el rostro.
—Perdón. —susurró y lamio mi cuello. Se me puso la piel de gallina y me puse roja.
Se apartó de mí y bajo de la cama. Dio media vuelta y tomo una foto de mi tocador. Volteo hacía mí con el ceño fruncido y señalo a la foto.
—¿Quién es él?
—¿Quién?
—Él idiota de la foto.
Señalo a Santiago y enrojecí del coraje. Le avente una almohada y él cayó al suelo.
—¡Santiago no es ningún idiota, tú sí! —le grite.
—¿Santiago? ¿Es el tipo del que me hablaste en la tarde?
—¿Yo? ¿Cuándo? —que yo recuerde, jamás le había hablado de Santiago a Phineas. Es más, apenas si cruzábamos la palabra.
—En la tarde. En el segundo tiempo libre. Cuando discutimos lo de “Izzy” —alzo las manos e hizo comillas imaginarias con los dedos.
—Ahh… Ya recuerdo. Se me salió su nombre de los labios por error.
—Entonces si era él —no fue una pregunta; fue una aclaración en forma de insinuación.
—S-Si —«Mierda, tartamudee»
—Ya veo —volvió a dirigir su mirada en la foto y después se volvió a mí—. No entiendo que es lo que le ves de especial —susurro.
—¿A qué te refieres exactamente? —pregunte con las cejas enarcadas.
—Isabella, no estoy estúpido. Sé que estás loca por él —me miro a los ojos con una cara de “Hey, no seas idiota”
—No soy idiota —exclamé.
—Yo no dije eso.
—No, pero lo pensaste —fruncí el ceño.
—Tú estás loca —esquivó mi mirada y clavó sus ojos en la puerta del baño —. ¿No que te lastimaste? No pareces muy afectada por el trancazo que te diste. Parece más bien una excusa.
—¿Excusa de que? Claro que me duele, y mucho. Pero tú y tus idioteces hacen que me distraiga.
—Pues no sé. Puede que te hayas excusado lo de la caída de las escaleras y solo estabas en la calle espiándome.
—¿Espiándote? ¿Hablas enserio? Y yo soy la loca, ¿eh? ¿Cómo diablos explicas toda la sangre de la rodilla?
—¿Qué viste exactamente?
—¿Qué?
—¿Qué viste antes de que me percatara de tu presencia? —sus ojos azules se clavaron en los míos.
Desvíe la mirada y fruncí el ceño, con la vista perdida en algún punto en particular. El recuerdo de Phineas metiendo la lengua en la boca de Ariana volvió a mi mente y sentí las náuseas regresar. Me apreté con fuerza el vientre y chille con la voz ahogada:
—¡¿Interesa lo que haya visto?!
—Talvez no, pero a mí sí.
—¡¿Qué importa?! —dirigí mis ojos a los de él y chille con las lágrimas en la cara— ¡Son solo tonterías de niños! ¡¿Importa?!
—Isabella, dímelo. —sus ojos estaban abiertos como platos de sorpresa y su voz sonaba preocupada.
—No tiene importancia —susurre mientras apartaba la vista—. Solo vi que Ariana se despedía de ti —susurre con los recuerdos en los ojos.
—¿Segura? —dio un paso hacia mí.
—Sí. —medite con la voz ahogada.
—¿Por qué lloras? —dio otro paso a mí dirección.
—¡Duele!
—¿Qué duele? —avanzó hacia mí con paso dudoso y me susurró al oído—. Dime que duele; yo lo curaré —su voz sonaba ronca y me espante.
—La rodilla. —«El corazón»
—No te creo.
Fue su última palabra antes de lamer de nuevo mi cuello hasta que yo quedara recostada en la cama. Se abalanzó sobre mí y me beso con tanta lujuria que fui incapaz de reaccionar.
Sujetó mis manos con fuerza para que ésta vez no escapara y solo gemí dentro de su boca.
No quería, pero a la vez sí. Una corriente eléctrica me recorrió y solo creó que le correspondiera con la misma intensidad. En cuanto sentí su lengua recorrer cada rincón de mi boca, me espante. Recordé a Ariana pero, en cambio está vez, no me dio asco. Quería sentirme mejor que ella y saciar el placer que me rogaba.
Me deshice del agarre de Phineas y enterré mis dedos en su cabello. Él me sujeto con firmeza de la cintura y me acerco más a él.
Sentí a su “amigo” rosar con mi “amiga” y la cara se me puso colorada.
Metí las manos debajo de su camisa y sentí sus músculos duros debajo de ésta. Me emocione y desabroche el primer botón. Me detuvo con sus manos y después dejo de besarme. Me miro a los ojos con preocupación y luego se recostó mi lado.
Me abrazo por detrás y yo me ruborice.
—¿Qué estás ha…
—Shh —me apretó más contra él y yo me sorprendí—. Es muy pronto para hacer “esto” Mejor duerme —su aliento acaricio mi cuello y sentí la piel de gallina.
Asentí y cerré los ojos.
Tenía razón; aún no. Era muy pronto y, aparte, yo estaba cansada. Me sentí aliviada de estar en los brazos de Phineas; cuidada y protegida por él. Sonreí y después sentí un peso enorme en los ojos. No los quería abrir y no lo haría. Me acurruque más en los brazos de Phineas y dormí.

Abrí los ojos y no sentí los brazos de Phineas a mí alrededor. Me espante y levante el rostro.
—Valla… Fue solo un sueño… —susurre con la vista clavada en mis manos.
—¿Qué fue un sueño? —se escuchó una voz proviniendo del baño y luego ésta se abrió.
Sentí el escalofrió más terrible del mundo recorrer mi espalda; acariciándola y besándola.
—Me di una ducha en tu baño, ¿no te molesta? —sus ojos azules se enfocaron en los míos y recordé que tenía que respirar.
—No, claro que no. —mi voz sonó chillona y yo me maldecí por ello.
—¿Ya te sientes mejor de la rodilla? —se sacudió su cabello con la toalla y sentí el mundo venirme encima.
Mi mente y mis ojos solo prestaban atención a ese cuerpo perfecto que veía ante mí. Su cabello pelirrojo estaba húmedo y rebeldemente despeinado. No tenía camisa puesta y solo llevaba sus jeans negros ajustados. Su abdomen estaba marcado con mucha delicadeza y los rayos del sol que entraban por la ventana acariciaban su piel. El dorso estaba tan bien formado que casi sentí la baba caer de mi boca.
—Isabella, ¿me estas oyendo? —me miro a los ojos con el ceño fruncido—. ¿Qué es lo que ves con tanta atención? —alzo una ceja y después me mostro una sonrisa coqueta. Yo sentí la cara caliente de vergüenza.
—Na-Nada… —desvié la mirada y cerré los ojos.
—¿Aún te duele la rodilla? —su tono de voz sonó paranoico y solo negué con la cabeza.
«Así que no fue un sueño…» La cara la sentí colorada de solo recordar lo que había pasado hace un rato con Phineas y negué varias veces con la cabeza.
—¿Qué sucede?
—Na-Nada —repetí.
Abrí los ojos y los dirigí a mi rodilla. Tenían un parche de gasa y me ardía un poco.
—¿Qué hiciste? —lo mire a los ojos.
—Nada. Bueno, nada del otro mundo —dirigió su mirada a la ventana y los rayos del sol provocaron que sus ojos se vieran más claros y su cabello brillara más—. Después de que me despertara, me dirigí a tu baño. Tome el alcohol, algodón, y unas tres gasas —su mirada busco mis ojos con desesperación y me sorprendió cuando suspiro de alivio; como si pensara que alguien me había robado—. Te limpie la sangre y pensé que despertarías. Pero no lo hiciste. ¿Sabías que las gasas son más efectivas que los curitas?
—No… —susurre extrañada.
Él volvió a dirigir su mirada a la ventana y, yo sé que, por muy pequeño que fuera, en una fracción de segundo, hizo una mueca de dolor. Suspiró y después susurró con voz distraída.
—Dijiste cosas… —volvió a suspirar y prestó más atención a la ventana.
—¿Ah sí? ¿Qué clase de cosas?
—Pronunciaste un nombre —volvió a hacer esa mueca de dolor, solo que está vez duro tres fracciones de segundo.
—¿Qué nombre? —había soñado con él. ¿Y cómo no? Estaba plácidamente durmiendo en sus brazos. Era más que obvio. Yo había pronunciado su nombre. Ya me imaginaba a mi diciéndolo en sueños «Phineas… Phineas… Phineas…»
—Danny… —me miro a los ojos y juro que vi que sus ojos estaban cristalinos. Sabía que él quería llorar; se mordió el labio inferior para evitar las lágrimas y después se dirigió a mí con pasos torpes—. Dijiste él nombre de Danny; ¿Por qué no el mío?
Yo estaba sentada en la cama. Él se inclinó y yo di un respingo. Recargó ambas manos uno a uno de mis costados  y su cara se topó con la mía a no más de diez centímetros.
—No lo sé… —solté. ¿Y cómo iba a saber yo? Se supone que diría “Phineas” no “Danny”. Había pasado un momento demasiado íntimo con él, ¿y yo pronuncie a “Danny”? Había pasado todo el tiempo pensando en Phineas. Debo de admitir que pensé en Santiago, sí, pero jamás se me cruzó por la cabeza Danny—. ¿Por qué tendría que decir tu nombre? —«Mierda; eso no estaba en el libreto»
—Tendrías qué —pronunció con un asentó tremendamente seductor.
Acercó más su rostro al mío y cerré los ojos por instinto. Sentí sus suaves labios sobre los míos y solo conseguí dar un pequeño gemido. Pero el placer duro solo dos segundos, se separó y yo abrí los ojos.
Sus hermosos ojos azules estaban clavados en mis labios y yo temblé los ojos.
—Mañana es mi cumpleaños. Habrá una fiesta en mi casa por ello —su vista la dirigió a mis ojos y susurró—. Te estaré esperando.
Se separó de mí y se puso su camisa que estaba colgada en el tocador.
—¿Cuántos cumples? —no sabía que más decir. Solo quería seguir escuchando su voz.
—Diecisiete —pronunció distraído; como si la edad no fuera de suma importancia.
—¿No se supone que tendrías que cumplir dieciséis? —pregunte extrañada. Era lo más común. Los del segundo año del instituto tendrían que tener la mayoría dieciséis y alguno que otro quince.
—No. Me adelantaron un año. De hecho, me iban a adelantar diez años más pero, no quería perder mi etapa de juventud y rebeldía. Así que no acepté —comenzó a abotonar la camisa con mucha lentitud y después susurró—: ¿Tienes dieciséis?
—Sí. No soy una niña genio como tú —me burlé.
—Yo no soy un niño —dejó de abotonarse para mirarme a los ojos con el ceño fruncido—. Odio que me digan “niño” —su voz de barítono hizo eco por toda la habitación y yo me sentí intimidada.
—Perdón… —susurre con la voz ahogada.
Negó con la cabeza y volvió a su labor anterior.
—Sera mejor que me valla ya —me miro por última vez a los ojos y después dirigió su cuerpo hacia la puerta.
—Te acompaño a la salida —me levante y me puse rápidamente mis tenis que, si mal no recuerdo, en ningún momento me los quite. Él asintió y me esperó.
Camine hacia la puerta y él la abrió. Me invito a salir primero que él y asentí.
—La fiesta será a las 6:00 pm, después de la escuela —dijo mientras bajábamos las escaleras.
Llegamos a la puerta principal y se detuvo en seco antes de abrirla.
—Isabella, quiero que te veas preciosa el día de mañana, ¿oíste? —fue una orden. Se volteo hacía mi para justificar mi respuesta y asentí—. Sera mi cumpleaños y merezco algo hermoso y que me guste; en este caso, tú.
La cara la sentí roja y caliente. Desvíe la mirada y abrí la puerta por él torpemente. Enarco las cejas y después dio una carcajada. Jamás me había sentido tan roja en mi vida.
Dio dos pasos ya fuera de mi casa y después se detuvo en seco.
—Isabella… —su voz se escuchó de nuevo ronca y supe enseguida que eso era una mala señal—. Adiós.
No me dio tiempo de reaccionar en cuanto sentí su boca sobre la mía. Gemí de placer y me sujete de sus hombros, aún sin saber muy bien cómo reaccionar. Me tomó con delicadeza de la cintura y una oleada de placer me embriago. Quería más pero, sabía a la perfección que eso estaba mal. Se detuvo y después susurró en mi oído.
—Que rico —ronroneó.
Fue como la quinta vez que sentí la piel de gallina y la cara la sentí aún mucho más roja de lo que ya la tenía. Nunca imagine alcanzar tal nivel de ruborización.
Me miro a los ojos y después me soltó de la cintura para luego darse media vuelta y comenzar a caminar.
Aún seguía estática y observe como caminaba sin preocupación, atravesó la calle y abrió la puerta de su casa qué, para mí “buenísima” suerte, estaba enfrente de la mía. Entró y desapareció dentro de su casa.
—Mañana… —susurre asustada.





Continuara…
Hola, espero que les haya gustado mi quinto capitulo de Phinbella - Te esperare
Capitulo 5:  "Consuelo"



Phineas,  Isabella y Pinki  les pertenecen a :icondanpovenmireplz: :iconswampymarshplz:



Danny, Santiago y Ariana les pertenece a :iconali-angelita19: (Osea :iconrainbow-yplz: :iconrainbow-oplz: :iconiloveyouplz: , mis grandes creaciones)


Para los que no entendieron algunas cosas del capitulo:


Idioma "Libroico"—  (La palabra *Libroico* no existe. La invente yo sin fines de lucro.):



°(—) El guión largo / Raya de diálogo / Guión Largo de Diálogos, puede utilizarse para "explicar algo breve; en vez de paréntesis. Y también se utiliza cuando algún personaje habla. Es muy diferente el  (—) "guión largo" a  (-) "guión corto"

°(" ") Las comillas pueden resaltar alguna frase o palabra en especifico; aunque también se puede utilizar la letra "cursiva" en vez de comillas.

°(« ») Las comillas latinas  se utilizan para diferentes cosas, igual de resaltar. Por lo general en los libros, las utilzan para escribir "el pensamiento" de algún personaje en especifico. Que quede claro que son muy diferentes las (« ») "comillas latinas" a (<<  >>)  "los símbolos de menor que y mayor que"

°("
—) Cuando se nos presenta la situación de ver a una Comilla junto a un Guión Largo de Diálogos, en muchos libros, por lo genera, y/o necesario, es el recuerdo de un diálogo. Sin más decir "recuerdo" de,  sobretodo "diálogo"






Pueden utilizar a

Danny, Santiago y Ariana solo tienen que avisarme :iconiloveyouplz:

y decirme si los utilizaran de buenos o malos, y para que historias los utilizaran

(Si están preocupados de como son en su aspecto físico, no se preocupen, pronto subiere dibujos de ellos *Pero los subiré con aspecto de anime para que se vean más guapos :D (Big Grin) )



Lista de capítulos:
Portada:     ---------->>>   Te Esperare                          <<<---------- 

Capitulo 1: ---------->>>   Phinbella - Te esperare 1    <<<---------- EL INICIO
Capitulo 2: ---------->>>   Phinbella - Te esperare 2    <<<---------- Encuentros Inesperados

Capitulo 3: ---------->>>   Phinbella - Te Esperare 3    <<<---------- La Nueva
Capitulo 4: ---------->>>   Phinbella - Te Esperare 4    <<<---------- Celos
Capitulo 5: ---------->>>   Phinbella - Te Esperare 5    <<<---------- Consuelo

Capitulo 6: ---------->>>   Phinbella - Te Esperare 6    <<<---------- Sello de Propiedad
Capitulo 7:...muy pronto (lo prometo, tratare de actualizar lo más rápido que pueda; pero dios, los estudios me están matando)



Oc's:

Danny Freeman:  ---------->>>   Oc's Danny Freeman  <<<----------
Ariana Fields:       ---------->>>   Oc's Ariana Fields       <<<----------

Luke Saint:           ---------->>>   Oc's Luke Saint           <<<----------
Phineas Flynn:     ---------->>>   Phineas Flynn             <<<----------

 


La historia fue escrita e inventada por su querida amiga :iconali-angelita19: =D (Big Grin) XD :) (Smile) :iconiheartitplz: :iconrainbowheartplz:

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Comments20
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stalin876's avatar
por un momento pense que phineas le quitaria la virginidad a isabella, que bueno que no paso XD